Si el viento de levante a ti te despeinara,
perdía la cabeza se volvería loco
y sería su locura la mayor riqueza.
Y si el sol te mirara el brillo de tus ojos,
la noche no tendría más razón de ser
pues nunca faltaría un hermoso amanecer,
de olor a pan con su café.
Y si el tiempo respirara la fragancia de tu piel.
El tiempo que es oro le confesaría a la luna
¡Que pobre es mi fortuna!